EL MINISTER TEMPLI HOY: HERMANOS, VAMOS POR ALTO MAR!

editado por nuestros sacerdotes Minister Templi

 

1°- LA RECUPERACION TEMPLARIA EN UNA SECULAR CONTINUIDAD; ENTRE FIDELIDAD Y RENOVACION

RENOVACION Y FIDELIDAD

Porque una renovación sea tal y sea operante de manera efectiva, es preciso señalar dos firmes bases fundamentales:

1) Fidelidad al espíritu de los orígenes

2) renovación existencial debida a las actuales condiciones y exigencias.

Los templarios, después de la desafortunada supresión por la Iglesia en el siglo XIV, después de varios intentos incorrectos y desviados por culpa de hombres ambiciosos y corruptos en la fe católica, en el siglo XVIII, y finalmente, rastreadas las raíces sanas católicas de los verdaderos Templarios, vuelven a ver la luz de una auténtica vida como «Templarios de Cristo» que hoy en día encuentran, de acuerdo con los dictados de San Bernardo, también el título «y del Templo de María». Encontradas así las raíces de la institución del Temple, el espíritu animador se basa esencialmente en tres experiencias de vida caballeresca medieval:

1 º cristianismo integral

2 º experiencia «Bernardiana»

3 º mística del amor.

Empiezo por la primera “raíz” espiritual que ha distinguido y consagrado las vidas y las obras de los primeros Templarios, hombres de Cristo: el conocimiento y la practica fiel de un CRISTIANISMO VIVIDO INTEGRALMENTE.

  1. Antes de todo hay que decir que en la vida de la Iglesia y en la reflexión católica, se exige un dúplice esfuerzo:
  • esfuerzo en el redescubrimiento de las fuentes
  • y esfuerzo en la renovación creadora.

A tal elevado fin, por huir de cualquier institucionalismo muerto o simplemente esclerotizado, y encontrar entonces una espiritualidad más intensa y cercana al carisma de fundación, es necesario cultivar una triple dimensión:

  • existencial, porque fundada en la vida y las obras de Cristo que se ha encarnado para redimir todos los hombres
  • espiritual, porque definitivamente orientada a los valores y bienes del Espíritu, más allá respecto a los bienes temporáneos de la tierra
  • escatológica, porque proyectada a la posesión de los bienes eternos que garantiza la lealtad al carisma de origen y la debida renovación para no morir de creencias vacías y prácticas de vida anticuadas y prácticas obsoletas por las necesidades actuales, muy diferentes de las anteriores.
  1. ¡Un cristianismo “integral”, tarea de vital importancia no sólo del monje cisterciense, sino también del templario que obtiene su espiritualidad a partir del carisma cisterciense! Aquí “integral” significa “puro”, es decir la práctica del cristianismo en su estadio evangélicamente puro, que rompe todas las barreras con el mundo que le impedirían estar completo e intacto. Por su radicalismo, el Templario, como el monje cisterciense, encuentra así su compromiso:
  • en contra de un cristianismo a “horas”
  • o en contra de un cristianismo por “oportunismo”.

El templario debe ser siempre y totalmente auténtico seguidor de Cristo, y en eso basar su vida y su negocio. Las características espirituales fundamentales son, de acuerdo con la tradición antigua y original:

  • el Templario de Cristo erige a fundamento de su espiritualidad el estar en relación constante con Dios en una experiencia personal, ya que esta relación es el encuentro de la persona creada con la persona creadora, razón por la cual esta relación empeña el espíritu en su totalidad (cfr. J. Monroux,; expèrience chrétienne. Indroduction à una théologie. Aubier, Paris 1952.). Una experiencia integral, ya que todos los aspectos importantes de la persona están en esa reunidos y jerárquicamente integrados:
  • el intelecto
  • la voluntad
  • el afecto
  • la acción
  • la comunidad

que asumen de esta manera, en relación con Dios, la unidad y la trascendencia.

  • El otro aspecto está explicado por el padre L. Bouyer, donde afirma que “la búsqueda de Dios, en la que todo el ser está involucrado, no en busca de algo, sino alguien, Dios, requiere además al verdadero templario como al verdadero monje, la libertad de espíritu en contra de cualquier tipo de esclavitud”(cfr. L. Bouyer: La espiritualidad cisterciense, Jaka Book, Milano,1994). Esta libertad de espíritu sirve para llevar a cabo un camino que, a partir de las realidades humanas naturales (la carne, el cuerpo, los sentidos), implica poco a poco, sin interrupción, todo el hombre (La razón, el intelecto, la voluntad, el alma, el espíritu, la afectividad) en una comunión personal y total con Dios, en la que todo el hombre y todo Dios participan mutuamente e integralmente.
  • C) Guillermo de Saint – Thierry, en la Epistola ad fratres de monte Dei (1144), insiste en que el cuerpo, el alma y el espíritu, clasificados de acuerdo a su propio modo, colocados en sus propios lugares, evaluados de acuerdo con sus méritos, estén pensados de acuerdo a sus propiedades, por lo que el hombre comience a conocerse a la perfección, y continuando a través del conocimiento de sí mismo, comience a ascender al conocimiento de Dios. A continuación, resume el mismo camino de libertad interior y física:
  • el principio del bien en la vida del hombre animal es la perfecta obediencia; el progreso es someter su propio cuerpo y reducirlo a la servidumbre; la perfección es haber transformado en placer el hábito de hacer el bien.
  • El inicio para el hombre racional, es entender lo que le se presenta en la doctrina de la fe; el progreso es ordenar las cosas de acuerdo a la forma en que se las presentan; la perfección es cuando el juicio de la razón pasa a la interioridad amante del alma.
  • Pero la perfección del hombre racional es el comienzo de aquello espiritual; su progreso a cara descubierta hace la gloria de Dios; la perfección es ser transformado en la misma imagen de esplendor en esplendor, como ocurre por obra del Espíritu del Señor.

 

2°- EL SERVICIO “CABALLERESCO” DEL MINISTER TEMPLI

El “MINISTER TEMPLI” es hoy ese sacerdote que, abrazando en profundidad el espíritu de vida, el ideal evangélico de los “Nuevos Templarios” de Cristo y de la Madre Iglesia, comparte, “en plenitud” de fe y de obediencia al Gran Caballero Blanco, que es Cristo, la misión eclesial de conducir los Nuevos Templarios a la conquista del Reino de Cristo en tierra, a través de la enérgica lucha contra el maligno y sus tinieblas, y a través de la práctica de las obras de misericordia. Por afrontar este enorme desafío, el Ministro del Temple debe ser sobre todo hombre de Cristo, capaz, con la fuerza del Espíritu Santo y bajo su liderazgo, de ayudar los Templarios a encontrar la “SOLUCION VITAL” (vivante solution) que sea capaz de dar vida, siempre en Cristo y a través de y en la Iglesia, a la experiencia cristiana de la lucha  y de la victoria sobre las fuerzas del mal gracias a la ARMADURA del buen Templario de Cristo y el ejercicio de la “BUENA BATALLA” que consiste en la práctica de la gran CARIDAD EVANGELICA. La “solución vital” es, como sugiere K.Rahner, 1) universal, porque concierne a todos los creyentes                  2) cultural, porque eta inserida en el tiempo y en la historia evangélica                  3)histórica-revelada, porque anunciada y vivida por Cristo Dios-Hombre      4) dogmática, porque pertenece al depósito de la fe católica         5) escatológica,  porque se cumplirá en la vida eterna            6) integral, porque abraza a todo el ser humano     7) mariana, porque Maria es la Reina y la gran guía del ejercito preparado a la gran batalla del bien contra el mal!

En concreto la obra o la aventura del Ministro del Temple consiste esencialmente en dar al Nuevo Templario:

  • Espiritualidad Integral
  • Fuerza Sacramental
  • Armadura Mariana.

La espiritualidad templaría, integral, sustancial es el alma que tiene que formar y informar cualquier buen hombre del Templo del Señor. Esencialmente esta consiste en estas tres dimensiones ascéticas (y hasta místicas):

  • Dimensión cristológica: Cristo es el templario puro y fuerte que dona su obra, su palabra, su vida a los hermanos, especialmente a los pequeños, a los indefensos, a los perseguidos, a los desamparados, a los peregrinos y sus buenos templarios imitan su vida y su misión
  • Dimensión mariano – eclesiológica: sostenido por las tres “amas” que son 1) la Palabra Divina2) la Virgen Madre Maria 3) la santa madre Iglesia, el buen Templario nutre su palabra, su vida y su misión y las trasmite a mediante una audaz obra de fidelidad a Dios, a la Iglesia Católica, a la comunidad humana
  • Dimensión templaría: el buen templario se empeña a ser “templo” del Espíritu Santo y a defender el templo del Señor para que no sea profanado y pisoteado por los enemigos de la fe, de la esperanza y del amor divino para los hermanos y los lugares sacros.

 

La Fuerza Sacramental es dada por la frecuencia y la práctica constante de los sacramentos de la Santa Madre Iglesia que con esos dona *con el bautismo la filiación divina que hace de cada creyente un miembro elegido de la comunidad cristiana y lo habilita a la “santa batalla” contra las tinieblas de la violencia, de la injusticia, de la muerte, llevando paz, justicia y vida; * con la confirmación la “investidura” del buen Templario a través de la armadura de Cristo que el Espíritu Santo dona para resistir las asechanzas del diablo y sus secuaces, la perseverancia en la lucha espiritual contra las fuerzas del mal gracias a la armadura de Dios: 14Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad,  y vestidos con la coraza de justicia,  15y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.  16Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (Efesios 6,14-17); *con el sacramento de la reconciliación (confesión), el buen Templario, reconociendo sus propias debilidades y fragilidades, obtiene el perdón y la misericordia del Señor que el don de su sangre derramada lo purifica y renueva  profundamente por el don de la gracia santificante; *con la divina Eucaristía, el buen Templario, nutrido por el Cuerpo y Sangre de su Caballero Divino, fortalece a sí mismo y “se viste” de Cristo. *La santa Misa celebrada en la comunidad cristiana en el día del Señor (el domingo) hace que este sea también “el dia del buen Templario”; será gran honor por el Templario participar al Santo Sacrificio con el vestido del Temple.

 

La armadura Mariana evidencia de manera aún mejor que el espíritu del buen Templario reconoce a Maria, madre de Cristo y de la Iglesia, como su Reina, a la cual conforma su vida recibiendo bendiciones y vigor para la gran batalla: Maria, Reina del templario, de hecho, es la Gran Mujer preparada a la batalla contra el enemigo que se le opone con la trampa y el engaño, induciendo los hijos de Dios a cometer infidelidad y traición. Maria es como ejército preparado contra el enemigo infernal y le derrota en la fidelidad y el valor de sus hijos caballeros!  Por esta razón cada buen Templario:

  • Honora su Gran Reina
  • Defiende su honor, y los santuarios a ella dedicados
  • Imita a sus virtudes y difunde el amor y el servicio por ella

Cada verdadero Templario de Cristo es verdaderamente Mariano, como testimoniado por la tradición auténticamente templar, empezando por San Bernardo que fue de esta tradición el fuerte animador.

 

3°- CONCLUSION

  • Cada buen Ministro sacerdote del Temple está al servicio espiritual de cada buen hombre del Templo de Cristo y de la Gran Reina del Cielo, Maria; de cada Templario el sacerdote cura la fidelidad evangélica, eclesial, templar y está empeñado en el desarrollo de su madurez cristiana, católica.
  • Cada buen “Minister Templi” no tiene que faltar en la disponibilidad constante a:
  • La dirección espiritual de sus Caballeros de Cristo
  • La celebración de los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía
  • Tener mensualmente y periódicamente encuentros de formación templaria, retiros espirituales, noches de oración comunitaria, en vela para prepararse a recibir los varios grados del Templario de Cristo. Cada Templario, en cualquier momento, puede líberamente pedir consejo, ayuda espiritual, confesión, oración.

 

NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM!